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terça-feira, 27 de agosto de 2013

ANILLO



Ya es secreto el calor, 
ya es un retiro
de gozosa penumbra compartida.
Ondea la penumbra. 
No hay suspiro
flotante. Lo mejor soñado es vida.
El vaivén  de un 
silencio luminoso
frunce entre las persianas una fibra
palpitante. 
querencia del reposo:
una ilusión en el polvillo vibra.
Desde la sombra 
inmóvil, la almohada
brinda a los dos, felices, el verano
de una 
blancura tan afortunada
que se convierte en sumo acorde humano.
Los dos felices, en las 
soledades
del propio clima, salvo del invierno,
buscan en 
claroscuros sin edades
la refulgencia de un estío eterno.
Hay tanta plenitud en 
esta hora,
tranquila entre las palmas de algún hado,
que el curso 
del instante se demora
lentísimo, cortés, enamorado.

¡Gozo de gozos: el alma en la piel,
ante los dos el jardín 
inmortal,
el paraíso que es ella con él,
óptimo el árbol sin 
sombra de mal!

Luz nada más. He ahí los amantes. 
Una armonía de montes y ríos,

amaneciendo en lejanos levantes,
vuelve inocentes los dos albedríos.

¿Dónde estará la apariencia sabida?
¿Quién es quien surge? Salud, 
inmediato
siempre, palpable misterio: presida
forma tan clara a un 
candor de arrebato.

¿Es la hermosura quien tanto arrebata,
o en la terrible alegría 
se anega
todo el impulso estival? (¡Oh beata
furia del mar, esa 
ola no es ciega!)

Aun retozando se afanan las bocas,
inexorables a fuerza de ruego.

(Risas de Junio, por entre unas rocas,
turban el límpido azul con su 
juego.)

¿Yace en los brazos un ansia agresiva ?
Calladamente resiste el 
acorde.
(¡Cuánto silencio de mar allá arriba!
Nunca hay fragor que 
el cantil no me asorde.)

Y se encarnizan los dos violentos
en la ternura que los encadena.

(El regocijo de los elementos
torna y retorna a la última arena.)

Ya las rodillas, humildes aposta,
saben de un sol que al espíritu 
asalta.
(El horizonte en alturas de costa
llega a la sal de una 
brisa más alta.)

¡Felicidad! El alud de un favor
corre hasta el pie, que retuerce 
su celo.
(Cruje el azul. Sinuoso calor
va alabeando la curva del 
cielo.)

Gozo de ser: el amante se pasma.
¡Oh derrochado presente 
inaudito,
Oh realidad en raudal sin fantasma!
Todo es potencia de 
atónito grito.

Alrededor se consuma el verano.
Es un anillo la tarde amarilla.

Sin una nube desciende el cercano
cielo a este ardor. ¡Sobrehumana, 
la arcilla!

Jorge Guillén








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